Son días eternos y repetidos. Semanas vivo y el tiempo no es distinto. Se me va volando contigo pero consigo, más que todo lo que he perdido, sin ti. Buscando razones para seguir, tal vez si tenga fe. Fe en mí. Convencido de mí, el caminar es feliz. He tenido cinco deja vu en una
«La ciudad nunca duerme», las luces de la noche te acompañan, mientras horas pasan sin saber exactamente por qué… la voz pierde su fin, y deja paso a la voz que existe dentro de ti… vivir así o morir… resistir y levantar con miles de libros sobre tu vida, a tu espalda… levantar con ganas,
Queremos cambiar al mundo… queremos hacer algo quietos, queremos cambiar guerras por estrechamientos de manos, desde casa sin mover un dedo… nos quejamos desde el alba hasta el anochecer, y lloramos por nada… nos quejamos de la vida, y no hacemos nada… mientras creo que lo que escribo servirá para alguien… pero, los que necesitan
Un suspiro muere entre silencios… una mirada se pierde entre la distancia de nuestros cuerpos… un deseo se retiene en la mente… un hecho perdura vivo en mi inconsciente… los ecos mueren y resucitan en mis parpadeos… la gente se detiene y se pierde… y los pasos me hacen avanzar y desviarme de los que
Me escapo, en sueños, para escribir aquí cual ladrón que no quiere verte en sueños… que el sueño, lo atrapa tanto que le tiene miedo… y que lucha contra sí para hacer tiempo a ver si el tiempo corre más, pero… no es cierto… entonces, vuelvo y regreso, a dónde a veces controlo y otras
Y la ciudad suelta un suspiro que en vez de aire es fuego que quema tus pensamientos omitidos… yo despierto de mi vida, y ahora tengo que medir mis palabras, medir mis distancias, medir mis colmillos, medir mi alma por si acaso te matan… ya no me importa, y no diré nada, no me importa