Tal veZ no puedas soportar y tengas miedo a las Sra. Soledad… cansado de correr, esta veZ decides parar…

– Hola, ¿qué tal estás? – le preguntas a Sra. Soledad – No entiendo esa insistencia tuya en quererme atrapar…

– ¿Yo? – Se sorprende ella ante mi insinuación culpatoria – Yo jamás te he querido atrapar, eres tú el que no me dejas en paZ, siempre terminas buscandome al final… por favor, me puedes dejar que tengo que seguir caminando…

Y en ese momento yo me quedo petrificado, y cuando ella lleva ya unos pasos de adelanto, salgo corriendo hasta que la alcanZo..

– ¿Cómo? ¿Qué yo siempre te termino buscando? ¿Tu estás delirando, no? – Le expeto inquietando aún más su cuerpo.

– Mira, renacuajo – parece que la he hecho enfadar – ¿Ves? Has vuelto a buscarme, y yo ni siquiera te he buscado. ¿Te quieres quitar de una veZ de mi camino? Siempre me está diciendo que no te gusta que te acompañe, que hago que te canses, y llores. Ya me he cansado, de tus niñerías, te quieres echar a un lado, algunos tenemos un trabajo, y debemos seguir andando – entonces continuó andando apartandome hacia un lado con la mano.

Me quedo callado, pensando, ¿qué es lo que está pasando? Sra. Soledad se ha cansado… Vuelvo a correr hacia donde ella estaba, y me vuelvo a interponer, deteniendo su paso.

– ¡No puedes dejarlo así como así! ¿¡Cómo que te has cansado!? – le vuelvo a expetar, con todo el descaro.

– ¡Niño insolente, ¿acaso no entiendes?! – esta veZ podía notar su enfado – ¡No puedes interponerte así como así en el camino de la gente! ¡Deja de interrumpirme! Y si quieres decirme algo… ponte a mi lado…

Entonces me aparté de su camino, y me puse a su lado… siempre crei que era ella la que insistía en perseguirme, y atraparme… tal veZ sólo quiera decirme algo… y así continuamos andando… y hablando, hasta perdenos en lo más lejano…