No cabe ninguna duda de que la felicidad, ese estado del alma que consigue que por un instante lleguemos a sentirnos carentes de cualquier necesidad, es el objetivo de todo lo que hacemos en nuestras vidas, el verdadero origen y sentido de nuestras acciones. Vivir implica, en consecuencia, tender permanentemente a buscar dicho estado. Como el p?ndulo que, sacado de su equilibrio, oscila y oscila hasta que consigue de nuevo llegar a detenerse en su punto medio, su particular estado de felicidad, y cuya condici?n es repetir eternamente esta misma din?mica cuando se ve desplazado nuevamente de su punto de reposo. Conocer esta din?mica es, indispensablemente, el primer paso para lograr que nuestro p?ndulo permanezca quieto. Ahora que ya lo sabemos, que su naturaleza no consiga volver a entristecernos; observemos pacientes, seguros y firmes su movimiento, desde todos los ?ngulos, aprendamos m?s sobre su din?mica, y no dudemos, porque finalmente…

…se acabar? deteniendo.