Reflexiones

No son horas…

– ¿Dónde estás? – ¿Ya tocaste fondo? Levanta. No no, escucha. Le-van-ta. Y míra-me. Oh, esas lágrimas. Oh, esas mierdas… uno se hace fuerte o muere en el intento, o se lo llevan los fantasmas. No, no vengo a llevarte esta vez, vengo a dejarte. Míralo, él soy yo, y yo soy él. Hemos tardado 

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¿Cómo me llamo?

Mírame. He dicho. ¡Mí! ¡ra! ¡me! Ahora levanta y mira ese mundo que está ahí fuera, ¿lo ves?, ellos juegan con tu vida, tu tratas de entrar a un juego donde ni siquiera estás en su liga. Míralos. Uno lo intenta, hasta que desespera, te engañan diciendo que en el camino no hay lágrimas, pero 

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Tengo que volver…

Tengo que volver, las letras deben ser, ya no hay quién, todo son subnormales en, todas partes, con respeto a aquellos que tienen 3, cromosomas 21, estos son de los que tienen dos. Son mis dedos, es la música canalizar por mi cerebro, no puedo evitar serlo. – Holaaa… – Está bien… té déjare serlo. 

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20

No te diste cuenta… y fueron que pasaron dos décadas. Se dice pronto pero no hay tantos ahí fuera. No quedamos muchos (con letras), y los que estamos, caminamos (escribimos) cansados. Levantamos por inercia, porque no estamos hechos al suelo. Lo detestamos y lo golpeamos. Levanta hijo, que yo estaré a tu lado. Allá donde 

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Sin terminar…

Entre borradores, sin publicar, páginas digitales, sin mostrar… entre privados, sin ganas de compartir nada al otro lado. Empezar a escribir, y dejar esto a medias. Sin título, y sin acabar. Textos huérfanos, mutilados y olvidados. Textos perdidos de delirios específicos que quedaron en nada. Letras rotas, que no llegan al mar digital. Naúfragas palabras 

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Todo o nada

Mirando al infinito. Tanta agua que asusta. Altura, olas, tormenta. Acorralado, y el miedo acechando. De esos momentos donde ya no queda otra, donde las manos se cierran, y  te enfrentas. Donde él se apodera de ti y te transforma. Colmillos, lomo erizado. La caída no es opción, las rocas de allí abajo son tu 

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